Por Mariana Gaba, directora Departamento de Género de la Universidad Diego Portales.

5 Marzo 2021

Este nuevo día internacional de la mujer nos encuentra en un contexto desafiante en muchos sentidos. Por un lado, es el comienzo de un segundo año en pandemia, la cual ha tenido efectos diferenciales por género ampliando brechas previamente existentes Por otro lado, un año decisivo en la historia chilena, con la redacción de una nueva constitución con una asamblea constituyente paritaria. Esta coyuntura nos invita a realizar un balance de avances y desafíos en las universidades chilenas y en particular en la Universidad Diego Portales.

De las universidades que cuentan hoy con direcciones, áreas y/o unidades de género, la gran mayoría fueron instalándose luego de las movilizaciones del 2018, como una de las formas para dar respuesta a las demandas planteadas. Aun cuando ya hubiera acciones y conversaciones previapara avanzar en esta línea, sin duda las movilizaciones tuvieron un efecto catalizador, acelerando estos procesos de instalación. Este fue el caso de nuestra universidad, cuyo Departamento de Género comenzó a funcionar en noviembre del 2018. 

Nuestro Departamento se propone como misión transversalizar la perspectiva de género en la UDP, proponiendo cursos de acción específicos en la diversidad de ámbitos y estamentos que componen la comunidad educativa. Incorporar esta mirada a nivel institucional implica problematizar la construcción de desigualdades en torno a ciertas diferencias (de géneros, de orientación sexual, de expresiones de género y en sus dimensiones interseccionales con otras diferencias) y el impacto de estas desigualaciones a nivel institucional.  Lo problemático no son las diferencias en sí mismas, si no los mecanismos culturales, sociales e institucionales que legitiman la inferiorización de estas diferencias. Por ello, nuestra búsqueda no es solo erradicar toda forma de discriminación arbitraria por género(s), si no tener un rol activo y protagónico como universidad en producir transformaciones profundas en aquellas creencias, estereotipos y prácticas, que legitiman y naturalizan estas desigualaciones.

 ¿Cómo estamos las universidades dando respuesta a estas legítimas demandas? Por el lado de nuestra universidad, puede consultarse el grado de cumplimiento de los puntos planteados por el petitorio estudiantil de las movilizaciones del 2018 aquí, pudiendo decir que se han cumplido la mayor parte de los compromisos asumidos. Por el otro, puede consultarse el avance del trabajo del Departamento de Género, revisando sus memorias 2019 y 2020, disponibles aquí 

 ¿Significa todo esto un avance sustantivo en igualdad de género en nuestra universidad? La respuesta es  sí y no.  

 La respuesta es un sí en tanto hay un área especialmente encomendada con la tarea de transformar la propia institucionalidad, que articula su trabajo en torno a tres grandes ejes: institucionalización de la gestión de la igualdad de género, educación no sexista, y construcción de una cultura libre de violencia y discriminación. Se ha avanzado decididamente en la instalación de la temática en la agenda de trabajo de manera generalizada, y en particular también se observa – a juicio de quien escribe – un interés, compromiso y genuina convicción por la igualdad de género en la comunidad universitaria en general. 

La respuesta es un no, en tanto por supuesto, las brechas de género, sobre todo las estructurales, persisten, como puede verificarse en los datos que arrojó el primer diagnóstico de género de la universidad (ver el reporte completo aquí). Como buenas noticias, la universidad cuenta con paridad de género en la Dirección Superior (56% mujeres), el Consejo Académico (44,5% mujeres) y las Decanaturas (40% mujeres), pero teniendo una brecha significativa en el Consejo Directivo Superior (22,2% mujeres) y en las Comisiones de Jerarquización (30% mujeres).

Los desafíos para este 2021 son múltiples: consolidar y sostener los avances logrados, fortalecer el trabajo con quienes ejercen labores de docencia, investigación y trabajo administrativo, potenciar el foco de trabajo con hombres y masculinidades y ampliar las oportunidades de interacción con la comunidad a través de nuevos espacios, como la página en LinkedIn del Departamento de Género (accede acá). 

Con avances y resistencias, el trabajo que se realiza desde la propia institucionalidad para ser transformada implica repliegues y despliegues en tanto estrategias de incorporación del proyecto feminista.  Las resistencias nos hablan de estar yendo por buen camino, implican que alguna fibra estructural está siendo abordada. Identificar, entender y explorar los hitos que detienen o bloquean nuestro quehacer, es siempre una oportunidad de aprendizaje institucional y una pista para seguir avanzando en los esfuerzos de transformación.