El año 2021 estuvo marcado por una intensa agenda electoral en Chile, que se inició con la conformación de la Convención Constitucional, siguió con la renovación de las autoridades municipales y culminó con un nuevo ciclo para el Parlamento y la llegada de Gabriel Boric y su agenda progresista a La Moneda.

7 Marzo 2022

A pesar de sus diferentes matices, gran parte de estos procesos democráticos tuvo un decisivo factor común: la creciente participación de las mujeres y su consecuente llegada a cargos de responsabilidad política. Esto ha materializado un avance sustancial hacia la paridad de género: de acuerdo a datos del Servel, la Convención Constitucional cuenta con 68 representantes mujeres y dos de ellas han asumido las dos primeras presidencias; por su parte, de acuerdo a ComunidadMujer, se incrementó la representatividad de las mujeres en el Congreso en un 35,5%, lo que permitió que Chile escalara 59 puestos en el ránking mundial de países con mayor representación femenina en el Poder Legislativo.

La conformación del gabinete ministerial del futuro gobierno de Boric consolidó esta tendencia: por primera vez en la historia de Chile, habrán más mujeres (14) en el cargo de ministras que los hombres (10), asumiendo además carteras que históricamente estaban en manos de estos últimos, como la de Interior. En el caso se las subsecretarías, se alcanzó una paridad más ajustada, con 19 mujeres y 20 hombres.

Estos resultados son fruto de procesos ciudadanos encabezados por el movimiento feminista y, bajo su alero, la articulación estratégica de diferentes organizaciones que promueven la participación política de las mujeres, como la Red de Politólogas. Una de sus integrantes en Chile es Beatriz Roque López, académica de la UDP especialista en género, participación política y movimiento LGBTI+, quien, en una nueva conmemoración del 8M, entrega claves en esta entrevista para comprender los fenómenos políticos de los últimos años y las deudas pendientes en materia de representación y protección de las mujeres y las disidencias sexo-genéricas en Chile.

 Los últimos dos años han sido grandes períodos de inflexión en la política y la participación ciudadana en Chile. ¿Cómo evalúas la participación de las mujeres en este período?

 Efectivamente, en los últimos años hemos visto cambios importantes en Chile, con especial énfasis en las dinámicas de participación y vinculación con la política. Sin dudas, es importante destacar los cambios que la apertura al proceso constituyente en el país fue gracias a la activa participación de la ciudadanía, no solo en las protestas y movilizaciones en las calles, sino también en la participación en urnas y en el trabajo en organizaciones sociales.

Siempre es importante reconocer dos tipos de participación. Por una parte, tenemos la de tipo convencional muy relacionada con la participación en instituciones, por ejemplo, las elecciones. Por otra parte, tenemos la participación no convencional, relacionada con acciones en cierta medida fuera de la institucionalidad, como son las protestas, marchas, performances, etcétera. Haciendo esta distinción podemos notar la importancia de la participación de las mujeres para generar impactos en la política.

También sabemos que el feminismo tiene mucho de ambos tipos de participación. A lo largo de la historia, las feministas hemos levantado demandas muy diversas, por ejemplo contra la violencia hacia las mujeres, el acceso a la educación, contra las dictaduras militares, como también reclamaciones en espacios en las instituciones también para poder cambiarlos.

¿Y cómo se ha articulado el movimiento feminista en Chile durante el último tiempo?

El movimiento feminista, tanto en su despliegue en las calles como en las instituciones, ha tenido un gran protagonismo en estos procesos sociales. Podríamos mirar con detención, por ejemplo, lo que ocurre en Chile en torno a las movilizaciones feministas, que si bien tienen una larga data y trayectoria, sus grados de incidencia e impacto han cambiado mucho.

Podemos hablar de una década de reactivación de la agenda feminista en Chile desde el Pildorazo en 2008, donde las mujeres salieron a las calles en defensa de sus derechos, las movilizaciones por el aborto, el mayo feminista en 2018, la performance de Las Tesis (que incluso tuvo un gigantesco impacto internacional), las multitudinarias marchas del 8M, las reclamaciones de paridad en el proceso constituyente, entre otros hitos importantes.

Por otra parte, en términos institucionales la participación de las mujeres y organizaciones sociales para que el proceso constituyente incluyera paridad de género da cuenta de la importancia de la incidencia política para el movimiento. Asimismo, durante las elecciones presidenciales, diversas académicas destacaron el rol de las mujeres en la defensa de sus derechos plasmada en el apoyo a Gabriel Boric, que también se tradujo en un fuerte rechazo y activismo contra la candidatura de José Antonio Kast.

El último Informe de DDHH de la UDP consignó la creciente elección de mujeres en instancias de representación, como la Convención Constitucional y en el Parlamento. ¿Cuáles son las razones por las que la ciudadanía está votando más a las mujeres?

El sistema electoral que utilizamos para la elección de convencionales constituyentes, y la norma de paridad que se impulsó desde diversas organizaciones de la sociedad civil demostraron lo que la literatura especializada en Ciencia Política ha sostenido hace muchísimos años: la mayor barrera para la representación de las mujeres está dentro de los partidos. En general, no hay evidencia sustantiva que sostenga que el electorado “no vota por mujeres”; es decir que la subrepresentación de mujeres y sobrerrepresentación de hombres es producto del machismo en política, de las barreras dentro de los partidos, de la división sexual del trabajo en los partidos, en los hogares y en la sociedad en general. 

Estas elecciones demostraron que, con un diseño electoral adecuado que permita que las mujeres compitan en condiciones justas con sus pares hombres, puede producirse un buen desempeño electoral. Así, se cuestiona también la idea de la meritocracia: ¿Ganaban siempre los mejores candidatos? No: el rendimiento electoral depende de muchos factores, entre ellos las condiciones en que compitan las candidaturas, donde usualmente las mujeres tenían menos acceso a recursos, visibilidad, prioridad dentro de los partidos, como otros factores que influyen.

En el Congreso, también vimos un aumento de mujeres, pero es importante puntualizar que también se ha relacionado, de cierta forma, con aquellos partidos políticos que han “hecho la pega” y no solamente se han quedado en el cumplimiento de la ley. Es decir, en partidos comprometidos con la representación de las mujeres y con profundizar la democracia, pues la paridad de género es un imperativo democrático.

En el contexto de este 8M, ¿Cuáles son los desafíos actuales que enfrentamos en América Latina en relación a los derechos políticos, sociales, económicos y culturales de las mujeres?

Como he dicho anteriormente, hemos vivido grandes procesos sociales y políticos protagonizados por movimientos feministas y de diversidades sexo-genéricas, pero esto no significa que no queden tareas pendientes y que los problemas que nos aquejan hayan dejado de existir. Muy por el contrario, la agenda de derechos de mujeres y diversidades sexo-génericas está más vigente que nunca.

Nos queda muchísimo por avanzar, sobre todo en materia de Derechos Sexuales y Reproductivos, acceso a la justicia, reducción de la pobreza (que sabemos también está fuertemente feminizada en la región); además, la violencia de género sigue siendo una problemática muy cruda, pues no vemos que las cifras de feminicidios/feminicidios baje considerablemente. Son muchos ámbitos en que tenemos que seguir trabajando para poder construir una sociedad realmente justa donde las categorías de género no sean un articulador de discriminación.

Al mismo tiempo, diversas ramas del feminismo han levantado demandas que, a simple vista, parecen no estar necesariamente relacionadas con mujeres o diversidades, pero sí tienen un impacto diferenciado en su vida. Un ejemplo de aquello pueden ser las demandas medioambientales, que en América Latina se relacionan fuertemente también con el acceso a recursos para la subsistencia, que sabemos las mujeres tienen que resolver por la división sexual del trabajo. Naciones Unidas ha sostenido que el impacto de la crisis climática es diferenciado para las mujeres y, por tanto, las soluciones que se propongan deben considerarlas en un rol protagónico.

Y en el caso de Chile, ¿a qué nos enfrentamos?

En el caso de Chile, puntualmente, me parece importante mencionar la necesidad de ampliar los Derechos Sexuales y Reproductivos. La demanda por el aborto es sumamente importante para el movimiento feminista y esperamos que la nueva Constitución pueda abrir una nueva forma de comprender nuestros derechos, en todo sentido. También me parece fundamental mencionar la necesidad de que el acceso a DD.SS.RR sea abordado integralmente, que contemos con una Ley de Educación Sexual Integral que permita que niños, niñas y adolescentes tengan acceso a educación sexual en un sentido amplio y no únicamente enfocado en prevención, que en muchos casos se traduce en la práctica en prohibir o estigmatizar las prácticas sexuales.

En esa línea, también me parece relevante mencionar la situación de las diversidades sexo-genéricas, pues si bien estamos conmemorando un nuevo 8M, también estas fechas nos recuerdan que debemos tener en consideración las demandas LGBTIQ+ por la conmemoración de los 10 años de la brutal agresión a Daniel Zamudio. En Chile, tenemos una gran deuda sobre el acceso a derechos, leyes que garanticen una vida libre de violencia y que generen un cambio sustantivo en la vida de las personas.

¿Qué podemos esperar en términos de participación y representación política de las mujeres y el colectivo LGBTQ+ en el gobierno de Gabriel Boric? ¿Cuáles son las expectativas puestas en este nuevo Ejecutivo?

Pienso que este nuevo gobierno ha dado señales muy claras en este sentido. El gabinete que fue presentado hace semanas es muy distinto a lo que acostumbramos ver en política: es primera vez en la historia que hay más mujeres que hombres, que hay personas abiertamente LGBTIQ+. Hay mucha gente joven también. Me gustaría también destacar la incorporación del Ministerio de la Mujer y Equidad de Género en el consejo político: esto es una clara señal del rol central que tendrá el género para el gobierno.

 Podríamos pensar que son solo cambios simbólicos, pero en política sabemos que lo simbólico también marca precedentes, genera efectos muy importantes en todo sentido. Pero también hay investigaciones que dan cuenta que no da lo mismo quién esté haciendo política; los cambios en quiénes hacen política también generan cambios en qué tipo de política se hace, donde se ponen los énfasis, cuáles son las prioridades. Es importante recordar que durante muchísimo tiempo en nuestro país los derechos de las mujeres y diversidad sexo-genérica no fueron la prioridad. Creo que estas son señales importantes.

Sin duda las expectativas son muchas, no solo por el programa de transformaciones del futuro gobierno sino también porque el “estallido social”, las movilizaciones feministas y la apertura del proceso constituyente han abierto un ciclo político distinto y eso se plasma en todo sentido. Que estos cambios se materialicen va a depender de muchos factores, sobre todo de la relación que tenga el gobierno con el Congreso, de los incentivos y oportunidades de los actores políticos, entre otros. Es importante comprender el proceso político como un todo.

¿Qué se espera de la nueva Constitución en materia de igualdad de género e inclusión de las identidades sexogenéricas? ¿Cuáles deben ser las prioridades sobre derechos, participación y representación que deben ser consignadas en el futuro texto?

 Sobre la nueva Constitución también hay muchas expectativas, teniendo en consideración la génesis del process constituyente y las demandas que se levantaron durante el año 2019. Al igual que en el caso anterior, hay muchos aspectos del diseño constitucional que requerirán grandes acuerdos para ser materializados en el texto final. Pienso que es fundamental que se pueda incorporar la noción de transversal de perspectiva de género, como también el avance hacia igualdad sustantiva, que el Estado esté mandatado a actuar para garantizar una sociedad más justa y erradicar la discriminación hacia las mujeres y diversidades sexo-genéricas.