26 Mayo 2023

La vida universitaria tiene un ritmo intenso y multifocal. De ahí que sea prioritario observar con atención las instancias y espacios en los que se generan relaciones que, frecuentemente, tienden a reproducir los sesgos de género estructurales en la participación de mujeres y disidencias sexo-genéricas.

Teniendo en cuenta este desafío, el departamento de Vida Universitaria -dependiente de la Dirección de Asuntos Estudiantiles UDP- ha venido desarrollando un importante esfuerzo en la transversalización de la perspectiva de género para el diseño e implementación de sus actividades en el amplio espectro de su incidencia deportiva, cultural y artística, de salud y en la articulación cada vez más estrecha con proyectos estudiantiles y sus organismos de representación.

Si bien se trata de un camino con mucho recorrido por delante, el balance hasta ahora es positivo. En esta entrevista, Carlos González, jefe de Vida Universitaria UDP, detalla cómo la incorporación de la mirada en la igualdad de género se constituye como una oportunidad de transformación no sólo en los espacios de participación, sino que en el proyecto educacional de la institución.

 

¿Qué lugar ocupa la tarea de generar espacios igualitarios participativos en el trabajo de Vida Universitaria de la DAE?

 En términos generales, diría que los espacios de participación, siendo tan amplios, tienen que apuntar a ser espacios igualitarios, porque son instancias donde educamos . Nuestro rol como educadoras/es es entregar formación que esté alineada con los valores vinculados con la igualdad, el compartir y la comunidad; por eso se trata de un trabajo muy relevante en todos los ámbitos de vida universitaria. Desde los cursos deportivos, que son espacios académicos, hasta los espacios más recreativos o donde comparte el estudiantado.

Es interesante esa mirada más amplia sobre la educación, considerando que se tiende a pensar que la educación en una institución universitaria sucede en las aulas…

 Yo soy docente y también hago clases. Y, como bien dices, esto parte en el aula. Y es un tema complejo, porque el aula es un espacio que está a cargo de quien imparte la docencia, por lo tanto también es una oportunidad para seguir aprendiendo.

Los valores que hoy están vigentes no son los mismos de hace años atrás. El desafío que tenemos como docentes es ver de qué manera nos actualizamos y cómo nuestro compromiso se alinea con una sociedad más inclusiva e igualitaria, en la que el género, sin duda, tiene algo muy importante que decir. Tengo la convicción como docente y como encargado de Vida Universitaria que tenemos la responsabilidad de crear espacios igualitarios. Y, desde ahí, empieza la revisión de todas las actividades y espacios que materializamos, tanto los físicos, pero también los de opinión, reflexión, de pensamiento y convivencia. Es desde ahí que tenemos esta responsabilidad de crear la oportunidad de reflexionar sobre la igualdad.

A partir de la consciencia de esta responsabilidad, han comenzado un trabajo importante. ¿De qué situación inicial partieron y cómo se han involucrado a la comunidad universitaria?

Nadie podría desconocer que esto nace en gran parte desde el estudiantado. Son las nuevas generaciones que nos interpelan y nos invitan a reflexionar. Por otro lado, creo que hay un movimiento social importante, a nivel global, que tampoco se puede desconocer y que interpela a las instituciones educativas. Y la UDP no está exenta de esa reflexión, aun con factores de resistencia o de oposición o desconocimiento y haciendo las cosas mal.

Siempre las instituciones van encontrando las formas de rectificar el camino. Creo que hemos logrado tener más cercanía con el estudiantado y coincidir miradas en la misma frecuencia, aunque hayan ciertas discrepancias. Pero de lo general estamos encontrando más consenso. Yo creo que ese es el camino en el que está la institución.

Pero tampoco se puede desconocer que aquí ha habido un rol relevante que es el del Departamento de Género, que ha logrado tomar este tema e instalarlo dentro de la institución, con un camino trazado, abriendo espacios de reflexión y contagiando a otras unidades que no se sentían interpeladas.

¿Qué temas puso el estudiantado sobre la mesa? ¿Dónde veía que hacía falta imprimir una perspectiva igualitaria en los espacios de participación?

Si me remonto hace algunos años, creo que comenzó con el lenguaje mismo. Aunque sigue siendo algo que genera mucha resistencia, las/os educadores entendemos que es un tema que existe y que instala la reflexión sobre la situación de colectivos de personas y que, saberlo reconocer y utilizarlo, puede generar una comunicación más cercana con el estudiantado.

También hubo conversaciones frente a las situaciones de conflicto. El estudiantado se ha levantado e instalado temas que tienen que ver con la igualdad de género y la participación.

¿Y cómo se ha traducido esta demanda en el trabajo de Vida Universitaria? ¿En qué espacios en concreto han incidido?

 Es un camino que recién estamos empezando. Hoy tenemos más espacios de participación para las disidencias,  incluyendo todo el respeto y el derecho que tienen para manifestarse, y hemos revisado los espacios deportivos para conducirlos hacia una participación más equilibrada e igualitaria.

Por ejemplo, hoy estamos haciendo la Copa del Futsal en la que tradicionalmente han participado hombres. Ahora lo estamos abriendo mediante la creación de bases que permiten la incorporación de mujeres en los equipos; esto es interesante observarlo no solo desde el punto de vista de género, sino que también de cuál es el objetivo de nuestras actividades con el estudiantado: son educativas más que competitivas, por lo tanto hay valores de igualdad, inclusión y lealtad que, aunque parecen tan obvios y el deporte parece resaltarlos, no son tan evidentes. Hay que intencionarlo.

Y esa es nuestra reflexión: intencionar un poco más la igualdad. Y creo que la perspectiva de género nos ha dado esa oportunidad en esos espacios.

 

¿Qué resultados han logrado obtener con este cambio de mirada?

Hoy miramos los datos de una manera distinta. Observamos aquellos datos que antes no nos interesaban, por ejemplo cuántos hombres y cuántas mujeres participan en nuestros espacios. Un caso es el gimnasio, que es el espacio transversal que más convoca al estudiantado. Solamente el año 2022, participaron más de 5 mil estudiantes. Y estos datos los mirábamos y pensábamos que el gimnasio era usado por una población predominantemente masculina, pero nos dimos cuenta que prácticamente está equiparado. Y esto nos conduce a la tarea de asegurar que el gimnasio sea un espacio seguro, con señalética que aborde la prevención del acoso y promueva la normativa.

Y también hemos transitado a un gimnasio más saludable, que considere no tanto grandes pesos y que sea tan masculinizado, sino que un foco más amable desde la salud. Este es un caso del impacto que hemos realizado, aunque nos queda mucho camino por recorrer y lo estamos haciendo de la mano con el estudiantado y abriendo debate.

 

¿Qué temas aparecen en esos debates?

Algo que nos hace falta es una conversación entre masculinidades. A veces el tema del género impacta de una manera impositiva, por lo que es necesario ver de qué manera reflexionamos con los hombres acerca de nuestro comportamiento y nuestro rol en la sociedad en la universidad y la sociedad. Esa es una tarea pendiente que tenemos en la vida universitaria e ir integrando estos pequeños cambios van haciendo más amable la posibilidad de crear estos nuevos espacios de reflexión.

 

Es muy interesante esta reflexión desde las masculinidades. ¿Han podido usar este enfoque en alguna de sus acciones?

 Se me viene a la cabeza el tema del nombre de los equipos. Cuando se inscriben, los equipos tienen nombres claramente sesgados y la invitación es para quienes trabajamos en esto. Hemos actualizado las bases para explicitar que los nombres no fomenten una perspectiva machista y que se abran a una más inclusiva. Y también hemos hecho un trabajo sobre los cánticos de las barras en las graderías: junto con el Departamento de Género, hemos colocado lienzos con el lema “Hacia una universidad igualitaria e inclusiva” en la cancha para invitar a que, en todas las actividades que realicemos en torno al deporte y la vida universitaria, incluyamos esta mirada.

Cuando empiezan las actividades deportivas, reunimos a quienes participan en ellas y hacemos una reflexión desde la comunidad y el respeto hacia otras personas, incluyendo el género y la discapacidad. Es esta reflexión transversal la que estamos logrando instalar no solo como Vida Universitaria, sino que como institución.

 

El deporte, y en particular la práctica del fútbol, ha sido un espacio de desigualdad de género estructural. Históricamente, las mujeres han participado menos o han sido directamente excluidas. ¿Qué han hecho para incorporar a las mujeres en las instancias deportivas masculinizadas?

Efectivamente son espacios muy masculinizados, pero en general ha ido cambiando. Hemos tratado, por ejemplo, de generar paridad en el arbitraje. Y aunque no siempre es fácil encontrar mujeres para llenar estos puestos, es algo que ya lo estamos haciendo y es una señal importante.

La otra señal está en las bases y en su lenguaje. Hoy las escribimos en lenguaje inclusivo y también es importante, porque nos ayuda a enviar mensajes. También ha sido clave darle una mirada a todo el deporte de forma igualitaria, observando los torneos en otras disciplinas o de juegos recreativos, invitando a todas, todos y todes a participar.

Nos falta, y nos falta mucho porque el deporte universitario, sobre todo a nivel de selecciones, sigue siendo muy masculinizado, no se cambian las bases generales del deporte nacional o internacional y no podemos competir de forma diferente. Pero sí en el espacio interno de la institución podemos hacerlo y ahí generamos estos cambios.

 

Pensando en ese camino que recién comienza, ¿Cuáles son los desafíos que detectas para dar continuidad a la transversalización de la perspectiva inclusiva en el espacio universitario?

 Sin duda nos falta camino. Pero tenemos la convicción como equipo de Vida Universitaria y DAE que hay que encaminar nuestro quehacer a la construcción de la igualdad y, como desafío, sigue siendo importante que avancemos en la formación profesional de género. Al incorporarlo a nuestro quehacer, vamos a ser capaces de generar cambios; yo creo que eso es fundamental.

Y esta formación también nos sirve en nuestro propio trabajo. No solo para dar un mínimo para cumplir, sino que para que tenga un sentido. En la medida que eso ocurra, en nuestro trabajo, en la institución y en otros espacios, los cambios se van a precipitar solos.