5 Julio 2022

Desde 2018, la comunidad científica internacional detiene momentáneamente su trabajo en la generación de conocimiento cada 5 de julio para conmemorar un hito importante: la presencia de las personas de la diversidad sexual y de género en las ciencias, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas. Esta celebración, conocida como Día Internacional de las Personas LGBTI en las STEM, ha sido promovida por grupos de personas científicas que pertenecen al colectivo precisamente para llamar la atención respecto a su visibilidad y la insistencia de barreras y desigualdades en un mundo que históricamente ha sido dominado por una cultura machista y discriminadora.

Hace unos meses, Alejandra León, investigadora y doctora en física, se hizo visible como mujer trans en el Instituto de Ciencias Básicas de la Facultad de Ingeniería y Ciencias UDP, donde es académica. En esta entrevista, reflexiona en torno a qué significa ser una persona LGBTI+ dedicada a las ciencias, cómo ha sido su experiencia en la docencia y la investigación y cuáles son los desafíos pendientes para alcanzar la plena inclusión en el campo científico.

 

¿Por qué crees que es importante conmemorar una efeméride como ésta?

Más que sentir un motivo especial para conmemorar, creo que no importa la época del año, pero al menos hay un día reservado para recordar que todavía hay acciones de odio y discriminación a las personas que somos de la comunidad LGBTI.

Y, por lo tanto, me parece sumamente atingente esta oportunidad para visibilizarnos como grupo, que existimos, que estamos insertos en todas las actividades de nuestro país. Habemos científicas, diputadas, actrices, pero también conductoras del Metro o de un camión, la trabajadora de una empresa de la construcción, etcétera.

 

Como parte del colectivo LGBTI+, ¿Qué experiencias has vivido en el ejercicio de tu profesión científica? ¿Qué oportunidades y dificultades te has encontrado en el camino?

Mi proceso es bastante sui generis, puesto que hace muy poco, siendo ya una mujer madura, he logrado visibilizar mi verdadera identidad. Afortunadamente, lo que estudié me gusta mucho y creo que me ha ido relativamente bien. Soy doctora en física y trabajo en investigación científica, estoy en lo que se denomina “la masa crítica de investigadores” que están haciendo un aporte. Además, me va muy bien en docencia universitaria.

Estoy plenamente desarrollada, independientemente de mi situación de género, porque toda esta base de desarrollo profesional se dio cuando todavía no mostraba al mundo mi verdadera identidad. Llevo muy poquito: el proceso ya pleno de pedirle a la universidad que me denomine Alejandra y yendo a trabajar con un aspecto totalmente femenino, ha ocurrido este semestre, por lo tanto, es algo que está sucediendo en este minuto. Y, hasta ahora, no he tenido ningún problema en mi trabajo.

 

La discriminación a las personas LGBTI+ se expresa en diferentes espacios, incluido el trabajo. ¿Cuál es la situación en el mundo de las ciencias -como la física- y la docencia universitaria? ¿Es difícil salir del clóset siendo científica/o?

Esta pregunta es súper importante y relevante, pero creo que ha quedado extemporánea. Yo podría haberla contestado hace 10 años y habría tenido una respuesta; hace 5 años, habría sido otra. Y en pleno 2022, la respuesta es que cada vez tenemos más derechos reconocidos garantizados por ley, independientemente que la sociedad los acepte. Por ejemplo, el lunes 4 estoy citada en el Registro Civil, donde se va a hacer el cambio legal de mi nombre y mi género.

Las dos universidades en las que trabajo reconocieron mi nombre social inmediatamente, aparezco en los portales y en el correo, con la foto correspondiente a mi verdadera identidad. Así que, en ese sentido, yo no podría hablar de una cierta discriminación porque todavía lo mío es muy reciente.

Naturalmente, el mundo científico es machista, homofóbico y transfóbico, cada vez menos, pero lo sigue siendo. Creo que eso está cambiando, porque hay más investigadoras y porque las nuevas generaciones de científicos hombres no están en esa parada antigua del machismo.

 

Has vivido tu transición de género siendo profesora e investigadora científica. ¿Cómo ha sido ese proceso? ¿Con qué elementos -positivos y negativos- te has encontrado?

No he tenido absolutamente ningún inconveniente. Muy por el contrario, he tenido una respuesta tremendamente positiva de parte del alumnado. De parte de colegas, sobre todo quienes son de mi generación, ha habido respeto, pero me he encontrado también con muchas ganas de conocer: me preguntan qué es una persona trans o por qué, siendo trans, sigo casada con mi esposa.

Hay un montón de interrogantes que no conocen y eso es responsabilidad nuestra; si queremos dejarles a las nuevas generaciones de personas trans un mundo mejor, somos la punta de lanza de nuestra sociedad. Yo, por ejemplo, soy la primera profesora y primera persona del estamento administrativo de la UDP que es trans, por lo que naturalmente tengo cierta responsabilidad.

En definitiva, la he pasado bastante bien. Por supuesto hay altos y bajos con ciertas personas, pero creo que no caen en la discriminación, sino que en la ignorancia, la petulancia y la mala educación.

 

¿Cuál es la situación que viven las personas trans que estudian y trabajan en las ciencias? ¿Qué desafíos deben enfrentar?

Tenemos que dividir el trabajo científico en dos partes: docencia e investigación. La gran mayoría -cerca del 98%- de la academia en ciencias desarrolla su carrera en las universidades, por lo tanto, tiene que hacer docencia.

Ahí creo la tenemos muy fácil si las personas trans somos buenas profesoras. Como en otros casos, tú puedes llegar a la universidad siendo una persona extranjera, perteneciente de los pueblos originarios, pero si estás haciendo docencia universitaria, la principal situación que las/os alumnas/os van a cuestionar es tu calidad como académica/o. Entonces, si tú haces buenas clases, a las/os jóvenes no les importa nada que tú seas una persona trans.

Y en el plano de investigación, no creo que haya discriminación, porque firmas un paper científico con tu nombre y sigla y la persona referi o editora de una revista que está en Europa o en Estados Unidos, no va a tener la mínima idea si eres hombre o mujer, si eres homosexual o trans. En ese sentido, creo que, hasta este minuto, no he sido testigo de discriminación hacia las personas trans en el desarrollo científico.

 

En el mismo sentido, ¿crees que la visión, experiencia y perspectivas de las personas LGBTI+ pueden ser un aporte en las llamadas ciencias exactas, como las matemáticas y la física?

Creo que el aporte al mundo científico se da desde lo más hondo de la mente de cualquier persona científica, con independencia de su identidad de género, nacionalidad, origen. Por ende, no creo que las personas trans seamos especiales y vamos a aportar con nuevo conocimiento científico en la investigación: si yo soy buena en el área de investigación en el que desarrollo mi trabajo, naturalmente voy a hacer un aporte.

La ciencia no es completa, siempre existe la discriminación. Pero creo que es el área de conocimiento humano donde menos importa tu procedencia. En definitiva, no creo que exista un aporte especial de nosotras; por ejemplo, yo creo que “Una mujer fantástica” se ganó el Óscar porque la película era buena, no porque Daniela Vega fuera trans.

De lo contrario, esto se podría prestar para otra cosa. Ojalá que mis aportes científicos sean siempre evaluados en el mérito, independientemente que sepan que yo soy trans.

 

Algunos estudios han demostrado que estudiantes LGBTI+ tienen mayores probabilidades cambiar su especialización a una materia fuera de la ciencia o que enfrentan mayores barreras sociales en su formación. ¿Qué podrías decirle a las/os jóvenes del colectivo con vocación científica que, a pesar de estas dificultades, persistan en ese proyecto educacional?

Le digo a todas las mujeres y hombres trans que están en edad de elegir una carrera que, si tienen vocación por la ciencia, en verdad ahí no importa tu procedencia, tu barrio, tu situación socioeconómica, tu identidad de género u orientación sexual. Si les gusta la física, les invito que entren a estudiar una licenciatura para que después, si les gusta la investigación, puedan hacer un magíster o un doctorado.

Si les gusta la ingeniería, hoy está cada vez más abierta. Por supuesto que todavía quedan rincones y bastiones en la sociedad chilena liderados por ingenieros machistas, homofóbicos y transfóbicos, pero cada vez son los menos. Nuestra facultad era tremendamente machista por simplemente los números: el 90% de alumnos, profesores y funcionarios es hombre. Pero no he tenido absolutamente ningún problema en este semestre; no sé qué pase más adelante. Tendríamos que volver a hablar el próximo año, para poder evaluar con más tiempo todo lo que ha pasado.

 

Y en términos más amplio, ¿Cuál sería tu mensaje, como investigadora científica y mujer trans, a la sociedad?

Me gustaría decirle a la sociedad chilena y latinoamericana que las personas trans no necesitamos un tratamiento especial. Simplemente que nos respeten. Fíjate lo básico: ayer, por ejemplo, fui a una clase de salsa y fui la primera en llegar. Mientras esperábamos a la profesora, el resto comenzó a sentarse alrededor de una mesa grande y empezaron a preguntarme por mi identidad. Y, en la hora y media que duraba la clase, di una especie de seminario, porque la gente no conoce.

El respeto no tiene que ver con nuestra identidad de género. Las/os seres humanos simplemente tenemos que respetarnos. Simplemente, si digo que mi nombre es Alejandra León, una mujer, se me trate como a cualquier otra mujer de este país.

Aprovecho de enviar un saludo a los/as estudiantes que pueden leer esta entrevista y decirles que han sido artífices de estos cambios profundos en la ciudad. Y yo, una mujer trans madura, con cuatro hijos y una nieta, con una esposa, he logrado poder desarrollar mi período en una transición hermosa, al alero de una universidad que está trabajando por el cambio en la sociedad.