Durante octubre, la comunidad de la diversidad sexual y de género internacional conmemora el Día por la Despatologización Trans, cuyo fin es generar consciencia sobre los efectos perjudiciales que induce una perspectiva médica que observa las identidades trans como trastornos mentales. Esta mirada produce sesgos graves en diferentes espacios sociales y perjudica el acceso a derechos elementales y afecta incluso al diseño de los marcos legales que intentan dar certezas jurídicas a las personas del colectivo trans, al solicitar diagnósticos y aprobaciones médicas para acceder a los procesos de cambio de género en los documentos de identidad.  

14 Octubre 2021

De esta forma, la patologización de las personas trans se mantiene como un modelo persistente en la mayoría de los países, a pesar que en 2018 la Organización Mundial de la Salud excluyó a la transexualidad de su lista de trastornos mentales.  

 En este complejo escenario, la necesidad de priorizar la autopercepción de género e instalar un consenso respetuoso de la diversidad de las identidades es un desafío todavía pendiente, lo que implica la urgente necesidad de brindar apoyo a las personas trans. En esta entrevista, el psicólogo Claudio Martínez Guzmán, académico UDP y director del Centro de Estudios en Psicología Clínica y Psicoterapia (CEPPS-UDP), habla sobre este fenómeno y sus implicancias en la salud mental y psicosocial, así como del Proyecto T, una iniciativa inédita del centro para la atención psicológica y psicoterapéutica gratuita dirigida a personas trans y sus familias.  

 ¿Por qué es importante poner el foco de la despatologización de las identidades trans? 

 Primero, por lo más obvio: No es una patología, sino una de las posibles variantes de género con las que los seres humanos nos podemos identificar. Y en segundo lugar, porque la histórica patologización ha sido uno de los mayores daños que ha causado la medicina, la psiquiatría y la psicología a las personas que, desde siempre, han disentido de la normativa hegemónica del binarismo de género (hombre-mujer).  

 El peso social y psicológico que esta patologización ha tenido hasta hoy, lo convierte en un tema vigente que nos debe mantener siempre alertas a quienes trabajamos con personas en los ámbitos de la psicología, la medicina y la educación. 

 ¿Qué efectos (psicológicos, sociales, materiales) tiene una mirada patologizante en las personas trans y sus círculos cercanos (familias, grupos de amigxs)? 

 Lo peor es la estigmatización. Cuando una familia o una comunidad estigmatiza a uno/a de los/as suyos/as por quien es o cómo siente subjetivamente su propia identidad, esa persona se siente excluida, se aísla, duda de su derecho a existir.  

 Al no ser una patología, la identidad trans* requiere ser reconocida y visibilizada como parte del espectro social, tener un lugar.  

 ¿Qué se necesita para transformar esta mirada y avanzar hacia una despatologización efectiva en Chile y el resto del mundo? 

 Educación y respeto por los Derechos Humanos. Estamos en un momento de “transición” cultural como sociedad. En la medida que las identidades trans* y todas sus diversidades ya no tienen un estatus médico, psicopatológico o psiquiátrico, reclaman su lugar en el mundo. Ese reconocimiento es deber de toda la sociedad y tiene implicancias desde lo más cotidiano como el lenguaje, hasta los derechos establecidos en la Constitución.  

 ¿De qué se trata el Proyecto T y en qué medida es un aporte en el proceso de la despatologización? ¿Quiénes pueden acceder al proyecto y cómo? 

 Es un programa de atención psicológica y psicoterapéutica gratuito y con alcance nacional que nació en 2020, en medio de la pandemia. Está conformado por un equipo de profesionales con mucha experiencia terapéutica y por jóvenes terapeutas noveles bajo supervisión. Uno de los principios que nos rige es la no patologización de la identidad diversa, postura que está siempre presente en nuestras intervenciones con pacientes, familias y comunidad.   

 Al programa puede acceder cualquier persona trans* y de género no conforme (TGNC) que necesite o crea necesitar acompañamiento o apoyo psicológico. Puede incluir a familias, parejas o instituciones que busquen orientación. Lo único que tienen que hacer es escribir un correo a [email protected] y esperar a que les respondamos a las diversas solicitudes.  

 Algo inédito de este programa en Chile es su inserción en un centro de investigación y en una universidad. Esto nos ha dado la perspectiva académica para buscar abordar y entender el contexto biopsicosocial de la población que atendemos. Para muchos/as de nuestros/as pacientes, el respaldo académico les da la seguridad y confianza de un trabajo serio y responsable. Pero también los hace partícipes de la responsabilidad que tenemos de producir conocimiento que, a su vez, vaya en beneficio de la propia comunidad trans* en Chile.  

 

¿Qué resultados han obtenido hasta ahora y cuál son las metas futuras del proyecto? 

 En un año y algunos meses de funcionamiento, hemos atendido a más de 70 personas TGNC y a más de una decena de familias. Tenemos pacientes entre los 12 y los 57 años, pero la mayoría son jóvenes. Cerca del 50% de nuestros pacientes son de regiones, incluyendo Magallanes y Antofagasta. La mayoría de nuestros/as consultantes llegan con mucha sintomatología ansiosa, con desesperanza y con trayectorias vitales muy duras. Los/as pocos/as pacientes que han sido dados/as de alta, informan de importantes mejorías, pero sobre todo agradecen el espacio de confianza y seguridad que les brindamos.  

 El desafío más importante del programa es lograr mantener el estándar en calidad de atención con los escasos recursos humanos que tenemos. Es mucha la necesidad y a veces es difícil responder oportunamente. En lo inmediato, estamos buscando la manera de ofrecer una atención híbrida, incluyendo lo presencial como espacio alternativo. También nos gustaría ampliar la oferta de atención hacia la endocrinología o ginecología, por ejemplo.  Esperamos contar con convenios o colaboraciones en ese sentido.  

  Nota del equipo Género UDP: El uso del asterisco (*) luego del concepto trans usado por el profesor Martínez se refiere al intento de incluir a personas del colectivo que se nombran de otras maneras. De esta forma, se entiende que la diversidad de identidades que integran a la comunidad trans (transgénero, transexual, travesti, no binarie, agénero, entre otros) no corresponde a términos equivalentes o intercambiables. 

 

Si quieres más información sobre Ley de Identidad de Género, documentos sobre salud trans, y acceder a la política (y formulario) de uso de nombre social en nuestra universidad, ingresa aquí.