16 Mayo 2022

El LGBTIodio, que cada 17 de mayo es un motivo internacional de reflexión y acción, sigue estando presente en todos los espacios sociales, políticos, económicos y culturales. En conjunto con la desigualdad y la violencia de género, conforman un fenómeno persistente en contextos universitarios y que ha sido alertado por los movimientos estudiantiles, especialmente el feminista. Desde 2018, su incidencia y articulación ha propiciado diversas transformaciones, entre las que se cuenta la creación de áreas y divisiones especializadas dentro de la institucionalidad, como el Departamento de Género UDP, y el diseño de marcos legislativas, como la ley que sanciona el acoso sexual en la educación superior, aprobada en 2021. 

 A pesar de los avances en protección y sensibilización, todavía queda mucho trabajo por hacer. Para Vanesa Marín, presidenta de la Federación de Estudiantes de la Universidad Diego Portales (FEDEP), y Diego Mora, Coordinadore de Género y Sexualidades de la misma organización y de la Mesa de Género UDP, el foco del trabajo debe estar puesto en quienes no parecen verse afectados por estos fenómenos y, por el contrario, perpetran estos actos de violencia y reproducen estereotipos sexogenéricos, manifestados en los aspectos más cotidianos.  

 En esta entrevista especial del Mes de Estudiantes en Igualdad, Vanesa y Diego analizan la situación de las estudiantes mujeres y quienes pertenecen a la diversidad sexual y de género en la UDP, evalúan el trabajo realizado hasta ahora y proyectan los caminos para enfrentar los desafíos pendientes.  

 Hoy estamos conmemorando el Día contra el LGBTIodio, ¿De dónde proviene este fenómeno en los contextos universitarios?  

 Diego Mora: Siento que no podemos analizar un contexto únicamente universitario, ya que las personas que son parte de esta comunidad viven y se desarrollan fuera de ella. La universidad no está excenta de lo que hoy se vive en Chile; por lo tanto, el LGBTIodio no proviene de un contexto dentro de la universidad, sino que desde fuera.  

 Y desde donde lo veo yo, tiene que ver, en primer lugar, con una religión en un Estado supuestamente laico y que ha desarrollado odio. Hay una imposición de parte de una creencia, la cual no debería por qué influenciar la vida de otra persona que no cree en ello.  

 El otro lugar de donde proviene es el de una mala educación, en el sentido, por ejemplo, de una biología mal enseñada en la que se ha hablado de dos sexos biológicos, los cuales se mezclan con las ideas de masculino-femenino y hombre-mujer.  

 Estos argumentos, desde los que la gente cree que habla con una verdad tanto religiosa como biológica, son transfóbicos y LGBTIodiantes. Finalmente, es la ignorancia, del no saber qué se está diciendo, cómo hablar con una persona disidente o trans. 

 Nos encontramos con otros elementos, como la sociedad patriarcal, el machismo y la herencia colonial, desde la que hemos un lenguaje binario que replica esa idea hombre-mujer en cosas tan básicas como elementos de la naturaleza. Son varios lugares, pero son los orígenes del LGBTIodio y que ha generado una bola de nieve que perpetúa crímenes y que, al no haber leyes ni una educación sexual integral, gozan de mucha impunidad.  

 La desigualdad de género es la otra cara de la moneda de este fenómeno, ¿Cuáles son hoy los principales problemas en esta materia que afectan a las estudiantes en la universidad? ¿En qué lugares, circunstancias suceden y quiénes los ejercen con más frecuencia?  

 Vanesa Marín: Actualmente, el principal problema que afecta a nuestres compañeres es la situación de seguridad que afecta principalmente a todo el Barrio República, pero que se ha trasladado a lo largo de  los barrios universitarios. Esto, a manos de sujetos que las han acosado, asaltado e incluso intentado secuestrar. 

 Evidentemente, esto ha generado un sentimiento de inseguridad en el barrio y espacio universitario. 

 Por lo general, quienes trabajan en este campo, tanto en universidades como en otros espacios, señalan que la violencia “se come” la agenda de género, los tiempos y recursos. ¿Cómo ven desde la FEDEP esta noción?  

 Vanesa Marín: Lamentablemente, es una situación muy latente hoy en día. La violencia de todo tipo, viene desde hace muchos años, pero ahora gracias al movimiento feminista ha tomado gran importancia como un tema que se debe solucionar y del cual como sociedad debemos hacernos cargo. 

 ¿Quiénes ejercen estas violencias, tanto de género como de LGBTIodio, con más frecuencia? 

 Vanesa Marín: Se ha estudiado que quienes ejercen esta violencia son hombres, en su mayoría cisgénero y heterosexuales, pero también hombres homosexuales. Hay una frase que dice que “lo gay no te quita lo machista” y es muy cierta: dentro del colectivo LGBTIQ+, se ve una gran discriminación de parte de hombres homosexuales a otras personas de la comunidad.  

 En cualquier caso, quienes ejercen con mayor frecuencia esta violencia son hombres en general, pero principalmente hombres hétero y cisgénero. ¿Por qué? Tal vez porque no han recibido la educación pertinente; en la UDP, por ejemplo, cuando se realizan actividades de género -y fuera de la universidad también-, las personas que van son mujeres, disidencias y, si se ve a algún hombre, se ven muy pocos.  

 Diego Mora: El cómo se educa y se influye en estas personas es muy difícil de verlo hoy en día. Pero creo que la mayor urgencia de los movimientos y las acciones de género es educar a hombres; porque no importa que, como disidencias o como mujeres, nos sigamos organizando, si al final hombres que no están recibiendo esta educación van a seguir cometiendo los mismos actos de violencia una y otra vez, a pesar de ser sancionados.  

 ¿Qué colectivos se ven más afectados por este fenómeno de violencia?  

Diego Mora: Los colectivos que se ven más afectados son las mujeres, luego son las disidencias. Creo que hay disidencias que están en un piso mucho más bajo que las mujeres; siempre pongo como ejemplo mi experiencia: soy una persona no binaria y el Estado chileno ni siquiera reconoce aquella identidad.  

Para el Estado, las personas no binarias no existimos y ya esto nos pone en un pedestal mucho más bajo que las mujeres, porque ellas tienen reconocimiento, a pesar de recibir discriminación y violencia. Una persona no binaria o disidente incluso puede ser discriminada y violentada, tanto por hombres como por mujeres. 

 ¿Cuál es la situación en la UDP respecto a la incidencia de la LGBTIodio? ¿En qué lugares o circunstancias han detectado mayores casos de discriminación y/o violencia? 

Diego Mora: La universidad ha tomado medidas importantes. La primera es la normativa ante casos de discriminación, acoso sexual y/o de género dentro de la universidad, la cual sanciona aquellos actos ante una eventual denuncia de una compañera, compañero, compañere o cualquier persona de la comunidad. La universidad va a investigar el caso y va a contar con una resolución, además de implementar medidas de protección, como no tener clases con la persona involucrada, recibir atención psicológica, etcétera. 

También destaco el Programa T, que facilita atención psicológica gratuita para personas trans, lo que es sumamente positivo. Otra cosa importante es la posibilidad de cambiar el nombre social en la universidad; ante las situaciones de profesores que no han querido utilizar este nombre social, este instrumento hace de este proceso algo más oficial, porque aparece en la lista de curso, por lo cual no queda otra opción que respetarlo. 

Respecto de la situación actual, les estudiantes no han comentado mucho respecto de violencia de género de parte de otros estudiantes. En la mayoría de los casos, los casos vienen de parte de personas mayores: profesores, ayudantes, administratives, etcétera. Ese es como el centro de la problemática; sin embargo, esto no significa que no ocurra en compañeres de clase o entre pares dentro del aula.  

Fuera del aula, hemos visto incluso problemas de acceso a personas de las disidencias a los baños ni binarios. Sus identidades se han cuestionado por parte de auxiliares, lo cual evidentemente es grave porque se está tomando un rol como de policía de género y es de una violencia obvia.  

 En general, el LGBTIodio ocurre mucho en lo cotidiano; no es un ataque directo, sino que muchas veces en relación al uso del nombre social y los pronombres, de respetar la identidad de una persona.. Es la invisibilidad que se le da a las personas de la disidencia.  

 ¿Cuáles son las principales demandas de les estudiantes LGBTI+ de la UDP en ésta y otras materias?  

 Diego Mora: La principal demanda sigue siendo el tener un espacio seguro y que, tanto a docentes, como administratives y auxiliares, se les eduque y que esto sea obligatorio de alguna forma. Porque, como hablamos al principio, las personas que se educan siguen siendo mujeres, personas de las disidencias de la comunidad y no los hombres hétero o no aquella persona que no le llama la temática de género. 

 Y las personas que están muy poco interesadas en estos temas son las que más actos de violencia han cometido. En ese sentido, se habla de una obligatoriedad y esto tiene que ver con la política de género que se va a empezar a construir; desde ella, se debe poder exigir esta capacitación y este espacio seguro.  

 Además, por supuesto, necesitamos contar con baños no binarios en todas las facultades, aunque ya ha habido un gran progreso en este aspecto.  

 ¿Cuáles son las prioridades de trabajo de la FEDEP respecto a estas situaciones que vive el estudiantado en la UDP? ¿Cuáles son los objetivos principales de la Mesa de Género de la federación y de qué forma articula sus funciones con estudiantes y la institución? 

 Vanesa Marín: La mesa de género FEDEP está compuesta por la Secretaría de Sexualidad y Género y de Disidencias UDP y esperamos que MaPaU se sume con su participación. Nuestro foco es trabajar estos temas con información, trayendo a personas que viven día a día la discriminación para sensibilizar tanto a masculinidades, docentes y toda la comunidad en general. Son elles quienes deben hablar, no necesitan ser representades por alguien más.  

 Por esta razón, las actividades están centradas en brindar información sobre educación sexual integral, violencia/acoso, VIH, desmitficación de mitos y de educación sexual integral dentro de nuestros espacios y difundir cuáles son los canales para denunciar. Queremos principalmente informar y llegar a otros espacios, sobre todo aquellos en los que temáticas de género y divresidad sexual no son mencionadas. Por supuesto, hay otras acciones enfocadas en la comunidad LGBTIQ+ como talleres de voguing y otras más recreativas, porque ser disidente no siempre conlleva algo político o pasarlo mal. 

 Para este año, nuestro enfoque está centrado en masculinidades y personas que no se ven afectadas y que son privilegiadas. Junto al Departamento de Género, queremos llegar a elles, generar diálogo y entregarles las herramientas y el conocimiento necesario.  

 Obviamente, nos interesa proteger y acompañar a las víctimas, pero creemos que es momento de atacar el problema desde raíz. 

 ¿Qué evaluación pueden hacer del trabajo realizado hasta ahora con la institución y otras organizaciones de la universidad, especialmente a través del Departamento de Género y Disidencias UDP? ¿Qué se espera para el futuro? 

 Diego Mora: Desde las manifestaciones feministas del 2018 hasta hoy, se ha avanzado mucho para llegar a una política de género y eso se espera para el futuro. Una política que garantice y obligue a toda la comunidad a ser parte de este cambio de mentalidad y perspectivas; que docentes, auxiliares, administratives y estudiantes se eduquen y, por qué no, también el rector y decanas/os que muchas veces se ven como intocables. 

 Vanesa Marín: En ese sentido, con el Departamento de Género hemos trabajado en conjunto realizando actividades recreativas e informativas. Creo que somos una de las universidades con más avances y progresos, pero también falta bastante: por ejemplo, las movilizaciones feministas son sumamente criminalizadas y ahí hay un tema pendiente, no se les ha dado el reconocimiento ya que gracias a ellas los cambios se han generado. 

 Además, falta un poco de espacio para organizarnos. Muchas veces, por la carga académica, nosotres, mujeres y disidencias, no nos organizamos, lo que no nos permite tener tiempo para dialogar y debatir y tenemos que acudir a paralizaciones y tomas para poder hablar de estos temas. El Departamento de Género se ha encargado de generar estas instancias para disidencias, pero aún falta.