2 Diciembre 2022

Históricamente, las personas con discapacidad han sido invisibilizadas en el diseño y acceso de políticas y derechos políticos, sociales, económicos y culturales, incluyendo la educación y formación profesional. En los casos en los que se han emprendido acciones, la perspectiva se ha centrado en un asistencialismo que configura una representación infantilizada de las personas con discapacidad, ensombreciendo la autonomía como un factor central de cualquier iniciativa de inclusión. 

 Estas situaciones se agudizan especialmente cuando la discapacidad intersecta con otras situaciones de desigualdad, como las que presenta el género. En el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, hablamos con Jocelyn Briones, responsable de la Unidad de Apoyo a la Discapacidad UDP y quien profundiza en las implicancias y necesidad de una mirada en el acompañamiento de estudiantes con discapacidad desde una perspectiva de género.  

 ¿Qué iniciativas desarrolla la Unidad de Apoyo a la Discapacidad UDP para atender las necesidades de personas con discapacidad en la comunidad universitaria? ¿Han realizado acciones incluyendo una perspectiva de género? 

 Como marco general, la Unidad de Apoyo a la Discapacidad, parte de la Dirección de Apoyo al Aprendizaje e Inclusión Educativa, tiene por misión orientar y apoyar de manera prioritaria a las y los estudiantes con discapacidad y a las unidades académicas y administrativas donde se desenvuelven. Para ello, contamos con el Programa de Apoyo a la Discapacidad, que dispone diversos apoyos para promover el aprendizaje y progresión universitaria de las y los estudiantes con discapacidad que lo requieran, como adecuaciones en las condiciones de enseñanza o evaluación (que se implementan en sus carreras), tutorías académicas, recursos tecnológicos y apoyo psicoeducativo. 

 Junto con ello, en el marco de la Coordinación institucional para la discapacidad, trabajamos en red con otras unidades vinculadas a estudiantes, docentes y administrativos/as con discapacidad, como las direcciones de Recursos Humanos, Apoyo al Estudiante, Desarrollo curricular y Docente, Infraestructura y Mantención, entre otras. Creemos que este trabajo es muy importante para favorecer el avance transversal de la Universidad en el desarrollo de condiciones que permitan la presencia y participación plena de personas con discapacidad. 

 Respecto a la inclusión de la perspectiva de género, si bien no desarrollamos acciones específicas, desde el Programa comprendemos que en la intersección género y discapacidad se producen formas particulares de discriminación y exclusión que pueden dificultar aún más las trayectorias formativas de mujeres con discapacidad. Por ello, es muy importante promover su autonomía y participación en todo el proceso, y establecer un diálogo constante que nos permita reconocer sus necesidades particulares y definir apoyos que respondan a ello, en los marcos que la política define.  

También nos parece muy importante reconocer las diferencias de género en la expresión de ciertas condiciones, como las necesidades de las estudiantes que presentan una condición del espectro autista; estas estudiantes enfrentan muchas más dificultades para acceder a un diagnóstico acertado y oportuno, principalmente porque la evaluación y la representación más tradicional del autismo se basa en estudios realizados con hombres. Además, las mujeres suelen experimentar mucha presión por enmascarar y experimentan altos niveles de ansiedad o angustia, lo que puede conducir a situaciones de salud mental graves. Reconocer estas trayectorias y definir colaborativamente con las estudiantes y sus carreras un plan de apoyos que favorezca su participación académica ha sido parte importante del trabajo que hemos venido desarrollando, especialmente este año dado el aumento de solicitudes de apoyo.  

 ¿Qué aspectos fundamentales hay que considerar cuando abordamos la intersección entre género y discapacidad? ¿Qué situaciones particulares surgen desde esta conjunción y por qué es importante abordarla? 

En la intersección de género y discapacidad las situaciones de exclusión se complejizan. Y ello no se reduce a la sumatoria de prácticas discriminatorias asociadas a ambas categorías, sino que implica la producción de formas nuevas y particulares de discriminación.  

Esto tiene manifestaciones palpables. La última Encuesta Nacional de la Discapacidad nos muestra que la mayoría de la población adulta con discapacidad son mujeres, que las mujeres con discapacidad las que alcanzan un promedio de años de estudio menor al de los hombres con discapacidad, y que las tasas de participación laboral y de ocupación en las primeras es también mucho menor al de los segundos y al de mujeres sin discapacidad.  

Es por ello que la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad reconoce a las mujeres y niñas con discapacidad como un grupo de especial atención y mandata a los Estados Parte a adoptar todas las medidas pertinentes para garantizarles el ejercicio y goce de los derechos humanos y las libertades fundamentales. En Chile ratificamos esta convención el año 2008, pero esto no ha venido aparejado con el desarrollo de políticas que resguarden este principio.  

¿Existen obstáculos asociados al tratamiento social de la diversidad funcional -como la accesibilidad universal- que se agudizan cuando nos enfocamos en mujeres con discapacidad? ¿En hombres con discapacidad? ¿Cuáles son? 

La accesibilidad es la condición mínima que deben cumplir los entornos, productos, servicios, etcétera, para que, como dice la ley, sean comprensibles y utilizables por todas las personas de forma autónoma. Su ausencia, por tanto, implica establecer restricciones o impedimentos arbitrarios a ciertas personas, como la imposibilidad de desplazarse por el espacio, utilizar el transporte público, recibir atención médica o acceder a los contenidos de una asignatura. Por esto, la accesibilidad es una condición de base para permitir el ejercicio de derechos.  

Ahora bien, considerando que las mujeres con discapacidad se ven más empobrecidas, tienen menos acceso a la educación, enfrentan mayores restricciones para ejercer sus derechos sexuales y reproductivos, y también para ejercer la maternidad, es importante que en el abordaje de la accesibilidad se reconozcan estos cuerpos y experiencias. Esto debe ser abordado incorporando una perspectiva interseccional en las políticas orientadas a favorecer la equidad de género, así como en aquellas que se enfocan en fortalecer la igualdad de oportunidades de personas con discapacidad.  

Las tareas de cuidados, por ejemplo, de personas con discapacidad, recaen mayoritariamente en las mujeres, lo que supone una brecha en la igualdad de género.  ¿Qué impacto en este sentido pueden percibir dentro de la comunidad universitaria? 

 Desde el quehacer del programa lo percibimos de forma indirecta, pues nuestro foco está puesto en las y los estudiantes con discapacidad. Hasta ahora solo en una oportunidad apoyamos a una estudiante que, además, era cuidadora de su hijo que presentaba una discapacidad. Sin embargo, sabemos que el trabajo de cuidados de personas con discapacidad está feminizado y en nuestra universidad hay estudiantes y trabajadoras que cumplen dicho rol. Esto tiene impactos en sus posibilidades de participación académica y social, en sus posibilidades de continuar estudios de posgrado y, por supuesto, también tiene impactos económicos.  

A nivel de políticas públicas, esta temática recién está comenzando a ser abordada, pero estamos aún en una etapa muy inicial. Se requieren muchos más esfuerzos intersectoriales para generar un cambio real en la vida de estas mujeres. Por eso creo que son valiosas las iniciativas que se puedan desplegar a nivel institucional, como el PAEH de la DAE o el Departamento de Género, que propician el desarrollo de condiciones para compatibilizar ambos roles y con ello facilitar la progresión universitaria de las estudiantes. Espero que dichas acciones se sigan fortaleciendo y sea posible establecer estrategias de colaboración para apoyar a funcionarias y docentes que desarrollan esta labor.   

La discapacidad asociada a la salud mental suele mantenerse invisibilizada y, por lo tanto, desatendida en diferentes espacios sociales. ¿Cómo abordan este aspecto específicamente, por ejemplo, en iniciativas en el apoyo del aprendizaje? 

 Las y los estudiantes que presentan una situación de discapacidad de origen psíquico y que requieren apoyos o ajustes académicos pueden solicitarlo a nuestro programa, tal y como lo hacen estudiantes con otras condiciones de discapacidad. El proceso considera primero expresar esta necesidad, a través de la encuesta de discapacidad que está en el portal para estudiantes o directamente en cada secretaría de estudios; luego, se realiza una entrevista en conjunto con la secretaría de estudios en la que vemos el tipo de apoyos que pueden requerir.  

En este sentido, es importante considerar que no porque una o un estudiante presenta una situación de discapacidad necesariamente requiere contar con un “plan de apoyos y ajustes académicos”. En el caso de situaciones de origen psíquico, a veces solo precisan apoyo psicológico y entonces coordinamos con el Departamento de Salud Mental Estudiantil; otras veces precisan flexibilidad de asistencia durante un periodo de licencia, y en tal caso las secretarías de estudio lo gestionan directamente. Ahora bien, cuando sí se requieren adecuaciones curriculares y apoyos académicos, se construye un plan en conjunto con cada estudiante y su unidad académica, que luego se actualiza y monitorea semestre a semestre, según lo requiera o no cada estudiante.  

En nuestro programa, este año participó un grupo importante de estudiantes con una discapacidad de origen psíquico y han podido contar con apoyos y adecuaciones de diverso tipo, como la posibilidad de contar con más tiempo para sus evaluaciones, la realización de éstas en espacios diferidos con menos estímulos, ajustes en instancias de presentaciones orales, apoyos para el desarrollo de trabajos grupales, momentos adicionales de orientación de parte de sus docentes, flexibilidad de asistencia en ciertos periodos, tutorías académicas, tutorías para la preparación de sus actividades profesionales (prácticas o exámenes de título), entre otros. Como establece nuestra política, se pueden ajustar todas aquellas condiciones de la enseñanza que no afectan el núcleo formativo de la carrera o programa o el logro de las habilidades o competencias requeridas para el ejercicio profesional, ese es nuestro marco.